21 diciembre 2004

CAPITULO 5:DE LAS RELACIONES PUBLICAS 2

El humano que me había recogido, no sin sufrir las consecuencias de su falta de tacto, y que me había alimentado estas semanas se llamaba Beatriz.

Me hizo toda clase de arrumacos y cariños por lo demás bastante pesados, pero que queréis, era la hora de comer y hay cosas que no perdono ni siquiera por dignidad, así que los soporte como mejor pude mientras me subía por las escaleras hasta el segundo.

Al principio no supe si decepcionarme o alegrarme, pero aquella madriguera ya estaba ocupada por un enorme gato siamés que me miro con indiferencia no exenta de enfado por el nuevo inquilino, o sea yo.

Descendió de la mesa lentamente, con parsimonia y se me acerco con una cara que no incitaba en absoluto a hacer movimientos bruscos. Me olfateo hizo un gesto de asco, he de decir que estaba bastante sucio, y procedió a ignorarme de aquí en adelante.

No voy a negar que me sentí bastante aliviado, aquel bicho podía haberse hecho unos patucos con mi pellejo, pero cuando se dio la vuelta entendí su falta de agresividad, estaba capado. Prueba superada.

Después de comer y asearme un poco pase a ordenar prioridades, busque un sillón cómodo, deje claro mi derecho mediante un par de miradas de enfado, lo esponjé a mi gusto me enrosque y a dormir.

Dormí cinco horas del tirón hasta que me despertó la puerta de entrada, que falta de modales