02 noviembre 2004

Capitulo 2: EL DESCUBRIMIENTO

Capitulo 2


EL DESCUBRIMIENTO

El pánico que sentí cuando me di cuenta de que me había perdido duró horas. Lleno de ansia, vagué por calles y jardines sin encontrar referencias de lo que hasta hace poco consideraba mi hogar y único universo.

Las calles que hasta entonces me habían inspirado tremenda curiosidad se tornaron de pronto sombrías y amenazantes. Enormes monstruos de metal lanzados a velocidades de vértigo ocupaban todo el espacio disponible y a poco falto para ser aplastado por ellos.

Decididamente comenzaba a perder la curiosidad por el mundo, un gesto antes innato en mi y que se debilitaba rápidamente a la luz del peligro que entrañaban el exterior y ante la urgencia de encontrar un lugar seguro.

Con la llegada de la noche decidí refugiarme en un seto y tratar de hallar un poco de calor. Sin embargo y según lo previsto por el profeta, Murphy, un amable congénere que lo ocupaba previamente me sugirió no muy educadamente que debería buscar otro acomodo, “Si no te largas, ¡¡¡te revvviento!!!”.

Captando la indirecta, no hacia falta ser muy perceptivo, salí disparado en dirección contraria en lo que empezaba a ser una costumbre tremendamente molesta.

Ya sabéis, abatir las orejas, apuntarlas hacia atrás, bajar el rabo, erizar el pelo, hacer chirriar las uñas contra el firme, y con cara de velocidad y tratando de conservar la mayor dignidad posible, poner la máxima distancia entre uno y la fuente de peligro.

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Descubrí que la práctica hace la perfección y que curiosamente, al anochecer, todos los buenos escondites esconden a alguien poco inclinado a cederlos.

En fin, amanecía cuando finalmente encontré un cobijo que no estaba ocupado. Se hallaba, en un enorme subterráneo, era un cementerio de aquellos monstruos de metal y me pareció el paraíso pese a su oscuridad y suciedad. Me cobije debajo de uno de los dinosaurios metálicos, solo para despertarme al borde de un ataque de nervios cuando con un enorme rugido y refulgentes ojos, el supuesto cadáver cobró vida desvelándome definitivamente.

Inmovilizado por el pánico no pude reaccionar, afortunadamente no son especialmente carnívoros o al menos aquel no tenía demasiada hambre y pasó sobre mí alejándose en la oscuridad. Por cierto, volví a ver la película de mi vida, menos mal que es corta, comenzaba a aburrirme.

El mundo sin mama era una caja de sorpresas y francamente, hasta ahora pocas eran agradables.

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Por fin, avanzada la mañana, Descubrí al ser vivo más estúpido del planeta, mediría unos ciento setenta centímetros y en demostración de su estupidez andaba solo sobre las patas traseras, con lo cansado que eso es.

Ya había visto bastantes de ellos, pero siguiendo los consejos de mama nunca me había relacionado con ellos.

Mama estaba equivocada, aquellos seres, los más tontos del planeta, los humanos, serían mi salvación.
Mañana os lo contaré.